En medio de la noche, el 13 de febrero, algo perturbó a la población animal de Portal, un pueblo rural ubicado en Georgia, Estados Unidos. Las vacas comenzaron a mugir ansiosamente y los perros del lugar aullaban mirando al cielo. La causa de la conmoción fue una roca que venía desde el espacio.
"A la 1:43 de la madrugada, hora del Este, fui testigo de una impresionante bola de fuego", informa Henry Strickland, quien es un residente de Portal. "Era muy grande e iluminó la mitad del cielo mientras se partía en pedazos. El evento hizo ladrar a los perros y alteró al ganado, el cual comenzó a hacer sonidos de agitación. Lamento no haber tenido una cámara; el episodio duró casi 6 segundos".
Lo que Strickland vio fue una de las inusuales "bolas de fuego de febrero".
"Algunas rocas bastante grandes han estado golpeando la atmósfera de la Tierra este mes", dice Bill Cooke, quien trabaja en la Oficina de Medio Ambiente de Meteoroides, de la NASA. "Se han registrado cinco o seis bolas de fuego importantes, las cuales podrían haber esparcido meteoritos sobre Estados Unidos".
Lo que tiene a los investigadores desconcertados no es la cantidad de bolas de fuego. Hasta la fecha, el número de bolas de fuego registrado en febrero de 2012 es normal. Lo que las hace diferentes es su apariencia y su trayectoria.
"Estas bolas de fuego son particularmente lentas y penetrantes", explica el experto en meteoros Peter Brown, quien es profesor de física en la Universidad de Ontario Occidental. "Atraviesan la parte superior de la atmósfera moviéndose a menos de 15 kilómetros por segundo, se frenan rápidamente y llegan a menos de 50 kilómetros de la superficie de la Tierra".
"Era más brillante y duraba más que cualquier otra cosa que haya visto antes", reporta el testigo ocular Daryn Morran. "A la bola de fuego le tomó aproximadamente 8 segundos cruzar el cielo. Podía ver cómo empezaba a frenar. Luego, explotó como si fuera una artillería de fuegos artificiales, se partió en varios pedazos, brilló intermitentemente un poco más y, lentamente, se apagó". Otro observador que se encontraba en Coppell, Texas, informó sobre un sonoro estallido doble al momento en el que "el objeto se partió en dos pedazos grandes y muchos más pequeños".El espectáculo comenzó la noche del 1 de febrero, cuando una bola de fuego que apareció sobre el centro de Texas provocó el asombro de miles de observadores en la zona de Dallas–Forth Worth.
La bola de fuego tuvo un brillo que fue lo suficientemente intenso como para ser captada por cámaras de la NASA ubicadas en Nuevo México, a más de 800 kilómetros (500 millas) de distancia. "Fue casi tan brillante como la Luna llena", dice Cooke. Basándose en las imágenes de la NASA y en otras observaciones, Cooke estima que el objeto tenía de 1 a 2 metros de diámetro.
En lo que va de febrero, la Red de Bolas de Fuego de Todo el Cielo, de la NASA ("All–Sky Fireball Network", en idioma inglés), ha fotografiado alrededor de media docena de meteoros brillantes que pertenecen a esta misteriosa categoría. Tienen tamaños que van desde una pelota de básquetbol hasta un autobús, y todos tienen en común una lenta velocidad de entrada y una profunda penetración en la atmósfera. Cooke analizó sus órbitas y llegó a una conclusión sorprendente:
"Aunque todas las bolas de fuego provienen del cinturón de asteroides, no tienen origen en el mismo lugar dentro del cinturón", dice. "No existe una fuente única para estas bolas de fuego, lo cual es intrigante".
Esta no es la primera vez que los observadores del cielo han avistado bolas de fuego inusuales en el mes de febrero. De hecho, "las bolas de fuego de febrero" son casi una leyenda en los círculos de aficionados a los meteoros.
Brown explica: "Durante la década de 1960 y 1970, los astrónomos aficionados notaron un incremento de la cantidad de bolas de fuego brillantes, sonoras, y de profunda penetración, avistadas durante el mes de febrero. Los números parecían significativos, especialmente cuando se considera que hay pocas personas afuera de su hogar durante las noches de invierno. Los estudios de seguimiento, llevados a cabo a finales de los '80, no sugirieron un aumento importante en la tasa de bolas de fuego de febrero. A pesar de esto, siempre nos hemos preguntando si en verdad ocurre algo inusual".
De hecho, existe un estudio publicado en 1990 por el astrónomo Ian Halliday, el cual sugiere que las "bolas de fuego de febrero" son reales. Él analizó registros fotográficos de aproximadamente mil bolas de fuego que se observaron entre 1970 y 1980, y encontró evidencia de un enjambre de bolas de fuego que interceptó la órbita de la Tierra en el mes de febrero. También halló rastros de enjambres de bolas de fuego a finales del verano y durante el otoño. Sin embargo, los resultados continúan siendo polémicos. Incluso el mismo Halliday reconoció que existen ciertas grandes incertidumbres estadísticas en sus resultados.
La Red de Bolas de Fuego de Todo el Cielo, de la NASA, la cual sigue creciendo, podría resolver el misterio. Cooke y sus colegas están instalando nuevas cámaras todo el tiempo, ampliando la cobertura de la red en Norteamérica, con el fin de llevar a cabo una profunda monitorización, sin interrupciones, del cielo nocturno.
"La belleza de nuestro sistema inteligente de cámaras múltiples", menciona Cooke, "reside en que calcula las órbitas prácticamente al instante. Nos enteramos inmediatamente cuando una ráfaga de bolas de fuego está ocurriendo, y podemos determinar de dónde vienen los meteoroides". La obtención de información al instante es algo casi sin precedentes en la ciencia de los meteoros y promete proporcionar nuevos hallazgos sobre el origen de las bolas de fuego de febrero.
Mientras tanto, el mes aún no termina. "Si las vacas y los perros comienzan a hacer bullicio esta noche", sugiere Cooke, "vaya afuera y eche un vistazo".
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