Los investigadores de la NASA Earth han enviado tres drones al cráter del volcán Turrialba, cerca de San José, Costa Rica. Según los científicos, se trata de un excelente laboratorio natural para realizar experimentos en beneficio de la ciencia.
Los vehículos no tripulados RQ-14 'Dragon Eye', que fueron adquiridos al Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, tienen una envergadura de un metro y pueden transportar una carga útil durante una hora dentro de una columna de humo volcánico (dióxido de azufre nocivo), muy peligrosa para los aviones convencionales.
Un drone recolectó información sobre la concentración y distribución de gases. Tales datos ayudarán a producir modelos informáticos de la actividad volcánica y mejorar la capacidad de teledetección de los satélites.
Un factor clave de estos modelos es la intensidad y el carácter de la actividad volcánica cerca del centro de la erupción. La altura de las concentraciones de ceniza y gas, y las temperaturas, son factores iniciales importantes para cualquier modelo que pretenda predecir la dirección de la nube volcánica.
En definitiva, los resultados obtenidos merced a este estudio contribuirán a salvaguardar el sistema del espacio aéreo estadounidense e internacional, mejorar las predicciones del clima global y mitigar los riesgos ambientales (por ejemplo, las cenizas volcánicas) para las personas que viven alrededor de los volcanes, promete la NASA.
Los volcanes de Costa Rica ofrecen excelentes condiciones para poner a prueba este tipo de drones. La columna de humo del Turrialba tiene un flujo de aire ascendente y una diferencia en la velocidad o dirección del viento relativamente mínimos. Además, el tráfico aéreo comercial y privado es muy bajo en el espacio aéreo alrededor del volcán.
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